9. Lola y Ángela

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Lola Cuesta y Ángela Crespo Podcast

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Lola Cuesta y Ángela Crespo son dos mujeres que llevan prácticamente toda su vida luchando por los derechos de las mujeres cuando en España se vivía todavía bajo el yugo de la dictadura franquista. Tuve el placer de conocer de primera mano su historia. Una historia como la de tantas mujeres valientes que arriesgaron todo y gracias a las cuales, mujeres como yo somos hoy más libres.

Yo: La primera pregunta que yo hago siempre es: ¿Quiénes sois?

Ángela:  Yo soy una mujer como millones de mujeres que hay en este país. Me he dedicado toda mi vida a hacer lo que hacen también tantas otras mujeres, que es sacar a mis hijos adelante y trabajar cuando he podido. Esa es una de las reivindicaciones que tengo en la cabeza y por la que estoy luchando. Ya no solo porque yo no tenga una jubilación para mí. Es que hay muchas mujeres que no tienen una jubilación para ellas aunque hayan trabajado fuera de casa. Y otras porque han trabajado fuera de casa, han sacado adelante otras casas y no han cotizado por ellas. Por lo tanto, yo soy una de las muchísimas mujeres que hay en este país. No tengo nada de especial, solo que he militado en un partido político determinado y creo que empecé a tomar conciencia del feminismo hace muchos años. Una de las que me ayudó a tener un poco más de conciencia, fue precisamente la que tengo aquí a mi lado, que es mi amiga Lola Cuesta. Una de las personas a las que más admiro y que quiero con toda mi alma. Esa soy yo.

Lola: ¿Quieres que te diga quién soy yo ahora? Pues después de mucho, mucho, considero que he llegado a ser una mujer libre.

Ángela: ¡Qué bonito!

Lola: El sentirme libre es decir que me importa una mierda lo que opine el resto. Que me ha costado mucho, porque yo he sufrido por los comentarios de alrededor. Muchísimo. Porque soy muy emocional. He sufrido porque me han hecho mucho daño comentarios de gente que no te entiende y se permite opinar de ti porque no respetas la norma, porque haces cosas que no hacen los demás… Pero en este momento…me la repanpinfla todo.

Yo: ¿Gran parte de la culpa de esa libertad la tiene el feminismo?

L: Hombre yo…me hice feminista porque creo que nadie pudo conmigo. Ni mi padre, ni mi marido, ni mis hijas, ni ningún amante. Porque no lo entiendo. Nunca he entendido someterme a nadie.

Yo: ¿Cómo llegó el feminismo a vuestras vidas?

Á: Cuando nos conocimos nosotras fue hace 36 años.

L: Vinimos a vivir y coincidimos.

Á: Ella vivía dos casa más abajo.

L: Yo vine a vivir a Madrid desde Almería, llegué a la Universidad y claro, me hacían los ojos chiribitas, porque aquello era espantoso.

La represión, te enteras de todo, te haces anti franquista lo primero. Después de ser antifranquista, de pelear en la calle, de manifestaciones…terminas un poco en la cárcel…

Yo: ¿Un poco?

L: No, pero un poco, fue un mes. Por una multa gubernativa. Cuando mataron a Puig Antich. Un catalán que lo mataron a garrote vil sin juicio ni nada. Como un escarmiento. Eso fue en el 74. Entonces yo entré a la universidad, pero estábamos todo el día en la calle. Tirando piedras, peleando…era una cosa…Increíble

A partir de ahí, empiezas a romper moldes. Empieza la guerra. Te das cuenta del país en el que vives, vas de cabeza a todo porque quieres cambiar el mundo, me afilié a un partido y me fui a trabajar al textil. Estuve unos años haciendo CCOO en el textil…haciendo guerra. Estuvimos ahí hasta que a mí trabajando en los talleres de Galerías Preciado fue cuando en la manifestación de este chico me detuvieron. Y claro, me quité de ahí y me fui a trabajar a barrio. Dejé la universidad y me metí a trabajo político.

Pero ya empiezas. Ya empiezas a tomar anticonceptivos, que estaban prohibidos, empiezas a hacer reuniones ilegales, empiezas a entrar en la oposición, en la clandestinidad…a tirar panfletos a las 6 de la mañana…empieza un panorama de unos años que para mí fue lo que más he aprendido en mi vida.

Alucinabas. Yo hubiera dado la vida en ese momento por todo. A partir de ahí, te va entrando información y te va haciendo feminista. Porque empiezas primero a cuestionar con los hombres con los que estás, que son muy de izquierdas pero madre mía…Entonces ya te empiezas a relacionar con las mujeres, empiezas a escuchar, a hablar…

Cuando realmente me meto dentro del movimiento feminista es cuando me separé. En el proceso de separación es cuando nos conocíamos en este barrio de Rivas y fueron las mujeres del movimiento feminista las que me arroparon. Porque yo lo pasé fatal. Porque cuando eres joven y vas rompiendo cosas…Y el miedo. Que hemos pasado más miedo…Porque te la jugabas a nada que hicieras.

Yo me acuerdo que me casé porque estaba embarazada para que no me fueran a aplicar la ley de que vivía amancebada con un hombre.

Me acuerdo de ir a las manifestaciones a otear, con la barriga, para saber por dónde venía la policía. Yo me paseaba por Villaverde e iba diciendo “pues están en la plaza tal” y con el barrigón no me iban a hacer nada (risas).

Á: La diferencia entre Lola y yo son los comienzos precisamente. Yo también vengo de una familia andaluza y además muy franquista. Yo también me casé con 19 años por salir de mi casa. Así de claro. Con 24 yo ya tenía a mis dos hijxs. Empecé a  entender que mi vida no podía ser eso solamente. Que yo quería salir de ahí. A parte de que por otro lado, tuve la suerte de que mi compañero, padre de mis hijos, estaba con un grupo de teatro, que era “Él Tábano” y yo empecé a ver ahí cosas que a mí me hacían replantearme otras.

Yo veía cómo las compañeras de Jero tenían una libertad para salir de viaje, para entrar…Además tenían el grupo de música de Moncho Alpuente, que se llamaba “Madre del Cordero”

Teníamos un ático que le llamaban “La Polvera”. Lo que hacían era reuniones políticas y al lado había una habitación donde, los que tenían pareja, de vez en cuando entraban o entrábamos. Llegó un momento en que las sábanas…imagina la poca consciencia que teníamos, que las sábanas se tenían de pie. Estábamos todas en la edad típica que nos importaba un pepino aquello.

Pero sí que te quedas con la copla de que tú vas oyendo cosas de política…Vas tomando un poco de conciencia…Total, que al final me fui a vivir a Juan de Urrieta y me metí en la asociación de vecinos. Lo que hacíamos era ayudar a la gente, a las personas mayores…

Ahí empiezas a tomar conciencia también. Por eso yo soy de la opinión de que cualquiera que tenga un poquito de conciencia tiene mogollón de cosas, mogollón de movimientos sociales por los demás.

L: Yo me sorprendo de la cantidad de gente joven implicada en ONGs…Estoy alucinada, porque están todos metidos en muchas cosas sociales. En la época de nuestros hijos, eso no lo hacía nadie.

Á: Hubo un momento antes del 15M que en las manifestaciones nos veíamos siempre los mismos. Después del 15M de pronto hubo una manifestación que no me acuerdo…

L: ¡Ay! Cuando se plantaron en Sol.

Á: Era maravilloso. Ver la gente en la calle y estar rodeada de gente joven que se les veía bien motivados…me hizo llorar. El grupo de amigas que íbamos nos pusimos a llorar. De decir ya está bien. Por fin. Pero yo creo que ha sido un poco culpa nuestra. Cuando vino esta pseudo democracia que tenemos ahora, hemos visto a tanta gente quedarse en el camino, que nos relajamos demasiado.

L: Yo no he tenido ese sentimiento. Lo que pasa que yo me separé con dos hijas y era un momento donde por la democracia se vivía estable. No había conflictos en la calle, no había que salir a pelear. Te planteas una forma de vida diferente. Ya eres responsable de dos crías, estás sola…yo empecé a buscarme la vida. Me hice empresaria. Salvaje además. Yo pensaba “muy roja pero fíjate tú. Con mis empleados era más dura…” Pero decía, soy mujer y lo único que me importaba como mujer sola era que no me iba a enrollar con cualquier tío que viniera a decirme a mí o a mis hijas lo que había que hacer. Me tenía que buscar la vida. Y en una sociedad capitalista, pues hice lo mismo. Trabajé mogollón, gané mogollón de dinero, saqué a mis hijas adelante, les pagué los estudios…

Como mujer a veces lo haces mal, porque apartas. Tú estás sola, tienes que salir adelante, sacar a dos hijas y te lo curras. Después de montar un montón de negocios llegó un momento que dije: “¿Qué voy a seguir, trabajando y ganando dinero? ¿Para qué?”

Yo tenía la idea de adoptar dos niños porque tuve que ir a abortar a Londres cuando me separé. Me quedé embarazada con todo el dolor de mi corazón y tuve que ir a abortar a Londres.

Yo: ¡Ostras! Eso que se dice de “había que irse a abortar a Londres” porque en España no se podía.

L: Claro y allí estuve a punto de quedarme por una perforación de útero. Fue horrible y además una sensación tan negra para mí, que ese día me juré que yo eso se lo tenía que devolver a la naturaleza y la vida me tenía que poner la oportunidad de adoptar un niño o dos. Pasados un montón de años la vida me lo puso.

Entonces…es un proceso de vida que es muy raro. Por eso te digo, que como mujer he pisado por la mierda, he ido pumpum, sacando la cabeza. Muchas veces perdida. Sin saber a dónde iba, pero sabía dónde no quería ir.

Á: Eso mismo que está diciendo Lola es lo que me cabrea tanto. Cuando hablan algunas mujeres y algunos tíos. Yo recuerdo cuando se hizo la ley del divorcio o del aborto, me peleaba en mi propio partido con mis camaradas porque no querían firmarla. Yo alucinaba. Ese tipo de cosas son los que te van haciendo tener conciencia feminista.

L: Se ha hecho siempre jugándose la vida las mujeres. Porque yo me acuerdo cuando era pequeña que una señora que venía a trabajar a mi casa contaba cómo abortaban y claro…era horroroso. Siempre se ha hecho ¡Cómo una pandilla de tíos va a decidir lo que las mujeres vamos a hacer! Vamos a hacer lo que nos dé la gana. Y hay que legislar en pro de decidir sobre nuestro cuerpo. ¡Pero bueno! Nunca me ha cabido en la cabeza que ningún tío vaya a decir si me duele a mí la regla o no. Vamos.

Á: Cuando yo empecé a trabajar, trabajé con un médico, sin que se enterara mi padre. Y cuando se enteró mi padre, fue a casa del médico a por mí. El médico fue a sacar dinero para pagarme mi trabajo y mi padre fue a quitárselo. Él le dijo que no, me lo dio a mí y en el ascensor mi padre me dio dos hostias y me quitó el dinero. Yo me tenía que esconder para trabajar.

L: Cuando compramos esta casa, con el dinero que yo ganaba trabajando en un almacén, fuimos al notario y me dijo :“Bonita, haz la firma igual que en el carnet de identidad” y pegué un salto de la silla, le di un puñetazo a la mesa y le dije “¡Que sepa usted, que yo he firmado más que este (señalando)! ¿Con quién se cree que está hablando?” Y yo no era entonces feminista, pero me entró una indignación de que me tratara como si fuera gilipollas… Entonces claro, yo creo que en el fondo las mujeres somos feministas todas a poco que rasques un poco.

Á: Mira, yo me fui a hacer seguros. Me mandaron a El Pozo del Tío Raimundo, donde en invierno tenías que pasar con botas de goma porque te ponías de barro hasta arriba. Había una pareja con 7 hijos, embarazada. Vivían en una chabola donde dormían todos. Yo les daba unas clases sin tener ni puñetera idea…y les decía: “¡Chicos! ¿Cómo no hacéis algo? ¿No sabéis lo que son las píldoras?”

Yo sin tener ni idea me iba a mis amigos y les preguntaba “A ver, explicádmelo todo porque se lo voy a contar a esta mujer” y le llevaba las píldoras. No hice ni un seguro, al contrario. Les decía que cuando fuera gente como yo les echaran, que primero tenían que comer ellos. ¿Qué ocurrió? Que al día siguiente me echaron del trabajo. Pero yo no podía hacer esas cosas.

¿Eso es conciencia? Pues no lo sé. Eso es ver una persona que está pasando hambre, que lo está pasando mal, que tiene que sacar el agua de la calle porque no tenían ni grifo…¿Y tú vas a ir a hacerles un seguro de vida a ellos? ¿Un seguro de la casa? ¡Pero si a la casa le hacías así y se caía! Y luego lo que ha dicho Lola respecto a lo de las firmas. Cuando nos casamos Jero y yo, fuimos a abrir una libreta. Le dije: “No te preocupes ,que ya voy yo y la abro” E iba toda contenta con mi dinero a abrirla y me dicen: “No, tiene que venir su marido” Eso era lo habitual, aunque yo no lo sabía.

Yo: Para acabar ¿Cómo veis el panorama ahora que está la cosa así?

L: Bueno, en el 15M casi me da un patatús de alegría, porque fue lo más bonito. Yo lloraba ahí en la Puerta del Sol. Decía “es que me muero del gusto” Aunque sí que es verdad que el 8 M…Estos dos últimos han sido increíbles…Lo que pasa es que a mí hay cosas que me preocupan mucho.

Lo primero, veo a todas las mujeres lanzadas, un movimiento imparable, pero que…tres tanques en la calle y nos mandan a tomar por culo. Tengo miedo, porque la gente no es consciente, porque no sabe lo que es el fascismo. Yo sí lo sé. Que se  me ponen los pelos de punta. Que cuando el Golpe de Estado de Tejero iba yo en mi coche con las dos niñas y pasé por la Castellana, vi la movida y dije: ¡Madre mía! Claro, yo tenía una ficha policial y dije: “Madre mía, que tengo que salir de aquí corriendo” Entonces cuando has vivido todo eso, ves un movimiento tan pacifista y dices…dios mío, es que la fuerza la tienen ellos.

Yo no soy miedosa, pero…Hostia. Que a mí me ha enganchado la policía allí en la Universidad por el cuello, me he revuelto, le he metido un empujón, he salido corriendo, me he escapado…y entonces era muy joven, pero ahora sí tengo miedo. Tengo un miedo por conocimiento. No por mí, sino porque la gente creo que está muy confiada.

Yo: A lo mejor es que hablan del fascismo sin haberlo conocido.

L: No saben lo que es el fascismo. Yo he visto a “Billy el Niño” entrar en la escuela de arquitectura, salir de un coche pegando tiros y salir corriendo, meternos todos en el claustro, entrar los guardias con escudos e hincharnos a hostias. Porque nos han dado palos por un tubo. Y vale, eres muy valiente y no tienes miedo, porque tenía 22, 23 años y era muy chula y todo lo que tú quieras, pero pasábamos miedo en ese momento. Yo cuando vi al tío disparando…horrible. Se te sube la adrenalina.

Ahora el miedo que tengo es el miedo de que me gustaría que hubiera grupos de mujeres preparadas de autodefensa, así te lo digo.

Á: Eso sí que me da a mí un pánico que no veas, volver atrás después de tanta lucha, de tanta gente que se ha quedado en el camino. Es con el feminismo, por supuesto, que es súper importante, pero también es con todos los derechos que hemos conquistado. Hay mucha gente que está pasando hambre, que están echando de sus casas…

L: Y que devuelvan todo el dinero que han robado.

Á: O lo solucionan antes o esto tiene que estallar de alguna manera.

L: Lo que está claro es que vivimos en una sociedad de mierda, asquerosa. Mira lo de la catedral. Vale, se ha quemado Notre Dame, millones y millones y millones ¿Y las vidas que se quedan en el Mediterráneo? ¿Quién las salva? Pues sí, la catedral oye qué pena, porque mira, yo he ido y me encanta. Es una de las iglesias que más me gustan porque es preciosa. Pero chica..

Á: Cómo es posible que hagáis esto y se esté muriendo gente en el Mediterráneo y no dais ni un euro para arreglar los problemas que tienen los países pobres, que no es que sean pobres, es que les estáis robando los recursos. No os preocupa la gente que está muriendo en el Mediterráneo o los que están en los barcos esperando a ver dónde coño se van, o los que entran por aquí por el sur, que se dejan medio cuerpo en las vallas ¡Hombre por dios! O sea, que les preocupe la catedral y no les preocupe los niños que se están muriendo en el Mediterráneo…¿Dónde están los sentimientos?

L: Vamos cortando ¿verdad? Te lo digo porque me acaban de llamar que tengo que comprar pan para llevarlo donde vamos a comer (risas)

Yo: Sí, sí, yo por mi parte ya…

L: Pero es que es mucha vida, mucho rollo, mucha conversación…

Y: (Risas) ¡A mí me encanta!

Á: Yo creo que en este momento, el movimiento feminista como tal, está en todos los movimientos sociales que hay. Porque ahora mismo por ejemplo, donde yo estoy en la Coordinadora de Pensionistas, hay un grupo que se llama Colectivo de Mujeres, donde nosotras estamos peleando por los problemas. Porque es verdad que los problemas son de todos, pero hay muchos problemas específicos de las mujeres. Por tanto, los tenemos que pelear nosotras.

Yo: Yo creo que es un buen momento, que el feminismo está muy arriba.

L: Sí. Además es verdad que cuando yo veo a los ministros y toda esta gente hablar y dicen “nosotros y nosotras”…¿Tú te acuerdas (mirando a Ángela) del colectivo que montamos aquí en el año 82?”

Á: El primer colectivo.

L: El colectivo La Luna. Con una maestra que peleaba contra el lenguaje sexista en el colegio, una tía increíble. Con ella y con más mujeres, montamos aquí un colectivo. Pues rompieron el cristal del local que teníamos, se meaban dentro, pintaban huevos en los cristales…Entonces ahora, cuando veo a esta gente digo… ¿Qué han pasado? ¿40 años? Hemos tenido que esperar 40 años para que estos gilipollas se den cuenta que hay mujeres y hombres cuando hablan. Y que el lenguaje es sexista. También es una satisfacción. Por ejemplo mi hija pequeña, como alguien hable en masculino, ya está dando caña en todos sitios.

Á: A mí cuando alguna vez se me escapa, mis nietas me corrigen: “Abuela. ¿Tú acabas de decir esto?”

L: A ese nivel se ha avanzado mucho.

Á: A nosotras nos cuesta, pues imagínate a todos estos.

L: Oye y nos estás grabando ¡se me había olvidado! Espero que me estés sacando guapa.

Y: ¡Esa era la intención! Que parezca que no hay nada.